Jaime Maristany habla sobre esta creencia de que un trabajador satisfecho en el trabajo es eficaz en las tareas que debe realizar de acuerdo a su puesto de trabajo.
A veces las personas están satisfechas laboralmente y no se esfuerzan más por mejorar y/o capacitarse o tienen ciertas actitudes que no contribuyen a un buen clima de trabajo.
Luego del análisis, dice que siempre es mejor que haya trabajadores satisfechos pero aparte de eso, es necesario que los responsables de la gestión de personas se preocupen por diseñar un ambiente de trabajo que contemple factores como una mejora contínua en la comunicación, en cultivar un buen clima y entorno laboral, entre otros.
“Una persona que está satisfecha no es eficaz. Sorprendente afirmación que contradice nuestras creencias. Lo que siempre pensamos es que una persona que está contenta, hace bien su trabajo y logra resultados y por eso las empresas se han empeñado en lograr la satisfacción del personal.
Sin embargo las investigaciones en este campo han encontrado que una persona en ese estado puede ser eficaz o puede no serlo. La satisfacción no es un seguro de eficacia ni de lograr resultados.
Una persona satisfecha no es eficaz es una afirmación tan cierta como que una persona satisfecha es eficaz, a pesar de lo cual la creencia generalizada sea a favor de lo segundo. En los hechos una persona puede estar muy contenta y ser vaga, no importarle cual sea el resultado o puede estar interesada en otras cosas y no en las de su puesto en la empresa.
Otro tanto ocurre con la actitud. Se supone que una persona que está satisfecha tiene una actitud positiva. Y nuevamente nos encontramos con que una persona que está satisfecha puede tener una actitud positiva o no y en cambio una persona insatisfecha puede tener una actitud positiva, lo cual parecería ser contradictorio, porque se supone que una persona insatisfecha debe tener una actitud negativa.
Sin embargo, todos hemos visto personas que están contentas con su vida y que en el trabajo encuentran razones de queja y de la misma manera hay personas insatisfechas en su vida pero que tienen el pundonor de hacer bien su trabajo y son muy eficaces.
Todo esto nos plantea dos cuestiones. La primera es para qué nos sirve que las personas estén satisfechas si eso no es un seguro para lograr resultados.
La segunda es como lograr que las personas sean eficaces para lograr resultados.
La primer cuestión es claro que no tiene respuesta. Si buscamos eficacia no es la satisfacción de las personas las que nos la va a conseguir. Pero no es bueno que dejemos de preocuparnos por la satisfacción de nuestro personal, porque lo que la satisfacción nos permite es tener un bajo nivel de conflicto. Las personas satisfechas están menos propensas al conflicto que las personas insatisfechas. Esta es la verdadera razón por la que nos interesa que el personal esté satisfecho. En cambio si buscamos aumentar la eficacia a través de la satisfacción, tenemos buenas posibilidades de fracasar ya que no depende aquella de esta.
La cuestión de la eficacia es sencilla aunque no es habitual. Una persona para ser eficaz necesita conocer cual es el poder que le es delegado y cuales son sus responsabilidades. Si esto no le gusta nos alejaremos de la eficacia. Si estas tareas le gustan estaremos acercándonos a la eficacia.
Una vez que sepa cual es su posición en la empresa, necesita los medios para estar en condiciones de cumplirla. Una vez que tiene los medios necesita una coordinación que permita que trabaje en conjunto con los demás. Todo esto supone una transparencia y un entrenamiento que no están asegurados por el hecho de que la empresa exista”.
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